Liberté, égalité et fraternité es la reconocida insignia francesa heredada del Siglo de las Luces. Pero el período de la pre Revolución lejos está de aquellos tiempos de luz. El pueblo, aquejado por los problemas económicos y sociales está cada vez más pobre, ni siquiera tiene para alimentarse. Mientras tanto, la vida de Louis XVI en Versailles continúa siendo de gran opulencia y abundancia. Los manjares sobran y los platos continúan desfilando de las cocinas a la mesa del Rey. Según las costumbres, los campesinos seguían sin poder cazar ni cultivar para su propio beneficio. El dinero que obtenían desaparecía ni bien empezaba el día debido a los grandes gastos que afrontaban como ser el alquiler y los altos impuestos. Éstos eran cada vez más elevados y su destino no era más que enriquecer al monarca.
Ya unos meses antes de la Revolución, el pueblo sufrió un gran golpe: la mala cosecha de trigo del último verano seguida de un duro invierno, perjudicaron la fabricación del pan, único sustento alimenticio que tenían los más pobres y cuyo consumo diario era casi 10 veces mayor que el actual: por persona se consumían de 1 a 2 kilos. La desigualdad, cada vez más marcada, preocupó a la iglesia quien comenzó a preparar unas sopas populares: simples, claras, sin materia grasa y acompañadas sólo de algunas verduras. La misma era gratuita y el objetivo principal era evitar que el pueblo muriera de hambre. A esta infausta situación se le suma que, por falta de medios, los panaderos ya no otorgarán crédito al pueblo para comprar el pan. Y éste tendrá un valor que nunca antes!
La mirada del Rey no llegaba a París, y desde Versailles continuaba imponiendo el pago de tasas e impuestos. Para ingresar las bolsas de trigo del campo a la ciudad, los carruajes debían atravesar varios pueblos y en cada puente había una suerte de aduana a la que no sólo había que pagarle una especie de tributo, sino dejarle además un porcentaje del producto. Burgueses y representantes del pueblo se unen para poner fin a los excesos del Rey. Crean la Primera Asamblea del Pueblo, desconocida por Louis XVI. El aire comienza a cambiar: se siente el aire de la Revolución. Los panaderos, debido a la falta de trigo, debieron modificar la receta y el pan blanco y puro (que sí se mantuvo en la corte) pasó a confeccionarse con avena, arcilla y restos de la molienda, lo que le daba como resultado un pan oscuro, duro y con menor valor nutritivo. Los días previos a la Revolución, el pueblo hambriento se subleva y saquea las panaderías. La noche anterior al 14 de julio, incendia los puestos aduaneros para dejar que llegue la materia prima de su alimento base. El pan, alimento esencial de la humanidad, será una de las causas de la Revolución Francesa.
Paula Ruiz