Chocolate para los huevos de Pascua

12.04.14. Para cualquiera de nosotros viviendo en Occidente pasa como tradición indiscutida regalar huevos de chocolate para las Pascuas. Para muchos, como tantas cosas, son ritos culturales que se cumplen sin preguntar mayormente a qué responden, y si el chocolate es lo que está en cuestión… realmente, ¿ hay que agregar algo más?

Tal como conocemos las Pascuas hoy en día, para el mundo cristiano es el hito más importante del año, conmemorando la resurrección de Jesús. Coincide con el Pésaj judío y en la historia antigua se habla de una celebración pagana, que ofrecía tributo a la divinidad Astarté (Easter en inglés) con la llegada de la primavera en el hemisferio norte, aludiendo al renacer de todas las cosas.

¿Pero donde entran los huevos en esta historia?  Desde la antigüedad los huevos son sinónimo de fertilidad y fecundidad, vinculados al renacer de la naturaleza y la multiplicación de las especies, y para los antiguos significaba la vuelta al alimento después de los duros inviernos. Luego, con el advenimiento del cristianismo, especialmente la Iglesia Católica, restringió la alimentación con huevos y otros alimentos para la Cuaresma, como signo de contrición por la muerte de Jesús.  Esos huevos se juntaban para usarlos y regalar el día de Pascua. Ofrecerlos en un cesto constituía un magnífico detalle, y si a esto se le agregaba decorarlos, se convertían en un auténtico regalo.

En Francia la religión Católica ha sido la predominante; no hay pueblo, aldea o ciudad que no tenga una o más iglesias. La tradición característica para estos días es hacer cesar el sonido de los campanarios recordando con su silencio la muerte de Cristo. El domingo de Resurrección o Pascua vuelven a batir las campanas y es un momento feliz para los niños que salen a buscar “les oeufs de Pâques”, escondidos por las casas y jardines. En algunos pueblos, las personas se dan besos y abrazos entre sí con alegría cuando escuchan las campanas que anuncian la resurrección.

¿Y el chocolate? Como sabemos fue traído de las Américas por los españoles; primero lo adoptaron Italia y Francia y luego el resto de Europa. Se preparaba con las semillas de cacao un líquido amargo y espumoso, mezclado con especias, vino o maíz. En Francia se le atribuye su introducción a la corte francesa a Ana de Austria, hija del rey Felipe III de España, casada con Luis XIII en 1615. Su propagación fue rapidísima y hay literatura desde L’Encyclopédie de Denis Diderot, donde se menciona el proceso de elaboración y degustación a  la Fisiología del Gusto de 1825 de Jean Anthelme Brillat-Savarin, quien no solo avala la introducción a través de Ana de Austria, sino que hace mención de las recetas. Aparece la primera referencia documental en francés Du Chocolate: Discours curieux divisé en quatre parties de René Moreau hacia 1643, y en 1725 el interés del Cardenal Richelieu es documentado por Bonaventure d’Argonne. Para 1856 la familia Menier crea su fábrica Chocolat Menier en París y se expande por Europa y América, cesando su actividad en 1965. En 1886 Fauchon abre una tienda en París y comercializa productos de chocolate. Así comienza una larga historia de chocolatiers famosos, que nos llevan a las marcas de prestigio francés actuales.

El gran paso se da en 1828 con el empleo de la prensa hidráulica, cuando se extrae manteca de cacao, abriendo la posibilidad a algo más que la preciada bebida, que en Francia es tan popular, existiendo para el turista una gran variedad de lugares para su degustación. Los descubrimientos técnicos posteriores, con el objeto de mejorar su manipulación y elaboración, y el mejor conocimiento sobre la composición del chocolate, lograron modificar su aspecto inicial de bebida. Hacia finales del SXIX y principios del SXX aparecen las novedades confiteras como bombones, pralinés y chocolates en barra. Los confiseurs estaban a sus anchas para demostrar lo que podían hacer. Se comienza a llenar las cáscaras de huevo con chocolate con su posterior decoración. La oquedad de los huevos modernos se debe a la economía del producto luego de las guerras mundiales del S XX.

Pascua es la época perfecta del año para  que los chocolatiers nos brinden sus deliciosos productos. El perfeccionamiento de la materia prima y la gran atención al detalle en los huevos de chocolate, que parecen más una obra de arte que un alimento, nos deleita cada año, con innovaciones y detalles de buen gusto, trayendo alegría e inequívoco placer al regalarlos o degustarlos.

Viviana Seyahian