Bruno Gillot

Bruno Gillot ama París, la ciudad donde nació y trabajó en los restaurantes más selectos. Asimismo, creció en la provincia del Loiret en una familia abocada a la gastronomía: su abuela cocinaba los productos de la huerta de la casa; su abuelo había trabajado en una quesería; su padre era responsable de compras para Maxim’s y PanAm antes de tener su propio restaurante; su madre siguió un año al mando del establecimiento después de la muerte accidental de su marido, y su hermano siguió la carrera de chef cuisinier y dirige hoy su
propia table d’hôte.

Entonces, el joven Bruno eligió a los quince años seguir la formación de maestro pastelero, chocolatero y heladero, trabajando a su vez como aprendiz en una boulangerie pâtisserie.

Gracias a su hermano mayor, logró dar sus primeros pasos en los célebres restaurantes Le Fouquet’s, donde conoció y se hizo amigo de su colega argentino Tommy Perlberger. Durante los siguientes años, Bruno amplió su horizonte profesional: trabajó en la prestigiosa pastelería Wittamer de Bruselas (proveedora oficial de la corona de Bélgica) y estuvo de formador de profesionales en French Corner en Arabia Saudita.

Volvió a Paris, y se distinguió como sub chef de pastelería en el Grand Véfour, y luego colaboró durante cinco años con Potel y Chabot.

Corrían los años 90, pronto iba a tener 30 años y tenía ganas de vivir otra experiencia antes de que fuera demasiado tarde.

Viajó a Buenos Aires, donde se encontró con un sector gastronómico en plena mutación. Empezó ocupando varios puestos y ayudando amigos del rubro hasta que accedió al cargo de jefe de pastelería del Marriott Plaza hotel.

Desde ese momento y hasta entonces su carrera no paró de crecer. Fueron decisivos su reencuentro con Tommy Perlberger y su encuentro con Dolly Irigoyen. Su amigo le propuso desempeñarse como chef
director de Eat Catering, una incipiente empresa gastronómica que hoy se posiciona entre las mejores opciones de la Argentina.

Al mismo tiempo, Bruno conoció a Olivier Hanocq en 1996 durante una demostración organizada por Dolly Irigoyen en la Feria del libro y se hicieron muy amigos. En 2005, después de mucho soñar con tener un emprendimiento gastronómico juntos, abrieron L’Épi Boulangerie en una panadería en desuso de la calle Roseti del barrio Villa Ortúzar.

Fueron precursores en la Argentina en recuperar técnicas ancestrales de panificación.

Entre sus clientes, se encontraba la cocinera Narda Lepes, que les preguntó si podía filmar en el local. La productora se entusiasmó a tal punto que la dupla Bruno y Olivier realizó durante varios años programas como Boulangerie, Francia y sus quesos, Catering Casero, Pan y Queso, y Bon Appétit en el canal El Gourmet.

Incluso fueron convocados por la editorial Planeta para realizar el libro Pan et plus. El crecimiento y la fama mediática no cambian en nada la forma sencilla y cordial de ser de Bruno. Convencido de que su vida pasa por la cocina, lleva adelante su triple responsabilidad como chef director de Eat Catering, socio de los cinco locales de L’Épi y formador en el rubro gastronómico.