29.04.14 Hoy exploramos Bretaña, región al extremo oeste de Francia, expuesta a toda clase de intemperies y tormentas del Océano Atlántico. Esta zona salvaje, batida por ráfagas de viento y de lluvia, nos encanta por su fuerza bruta, pero en sus momentos de calma, nos ofrece también un espectáculo maravilloso para disfrutar con un plato de mariscos y vino blanco. Bretaña es muy conocida por sus crêpes, que sin embargo, no son su única especialidad culinaria. Acerquémonos a este lugar cautivador, impregnado tanto de misterios célticos, como de tradiciones culinarias originales.
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Las especialidades de Bretaña
Bretaña tiene el lugar propicio para cultivar ostras. Disfruta de los numerosos estuarios marítimos para criar ostras de todos los gustos y tamaños, sobre todo ostras llanas. Las ostras crecen durante dos a tres años en grandes cuencas sobre el litoral, donde están afirmadas antes de que se recojan. Suelen degustarse crudas y bien frescas pero se pueden cocinar también con sidra, por ejemplo. Se dice que las ostras de Bretaña son de las más ricas del mundo, y particularmente, las ostras salvajes, poco comunes y preciosas. Estas últimas se consiguen aisladas en las rocas. ¡Después de horas de búsqueda, se merecen sus perlas!
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¡Las crêpes bretonas! Hay dos categorías: hechas simplemente con agua y harina de trigo sarraceno tendrás una “galette”, pero con harina blanca, huevos y leche tendrás unas “crêpes” clásicas. La “galette” se distingue de la “crêpe” en que sirve más para lo salado, como es la tradicional completa con jamón, huevo y queso, o agregando otras guarniciones, como crema y hongos, carne, salchichas… La “crêpe” al contrario está más adaptada para lo dulce: se sirve caliente con chocolate, azúcar y limón, crema de castañas… ¡Saladas o dulces, merecen el desvío!
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Acá en Buenos Aires podrás comer unas crêpes tradicionales riquísimas en el restaurante “Un, dos, Crêpes” del Chef Ludovic Carouge. Ludovic nació en Bretaña, donde aprendió la técnica de creperia en la escuela especializada de Pont l’Abbé. Trabajó en distintas creperias de la región antes de instalarse en Buenos Aires hace tres años, con la idea de compartir este plato que enorgullece a todos los bretones… ¡y que les encanta a todos!
www.facebook.com/pages/Un-dos-crêpes/
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Bretaña rebosa también de manzanas, utilizadas para producir la bebida típica de la región: la sidra. Se recogen las manzanas más lindas y recién caídas en otoño, y se las guarda al abrigo, hasta que lleguen a plena madurez. Luego, en la etapa de la molienda, se extrae el jugo que se coloca en toneles de madera para la fermentación. El azúcar lentamente se convierte en alcohol pero no se disuelve totalmente : la “sidra dulce” se quedará con más azúcar que la “sidra seca”. La bebida que resulta de este largo proceso es de un alcohol suave, que acompaña maravillosamente las famosísimas crêpes. La sidra se toma tradicionalmente en un bol, es esta costumbre que dio origen a la expresión “bolée de cidre”.
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Con su larga herencia cultural y culinaria, la tierra ancestral bretona es una de las más interesantes donde ir a pasar un tiempo a Francia. Te seducirá la calidez y la autenticidad que se desprenden del lugar, ¡así como su gusto por todo lo salado!
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Maud Legros.