El suroeste de Francia abarca dos grandes regiones: Aquitania y Midi-Pirineos. Combinan muy diversos ámbitos, aunque todos mimados por el sol y el clima templado; el hermoso Perigord, las colinas de la Gascoña, las alturas de alrededor de Pau Béarn que llevan hasta los Pirineos. El Bordelais, la región de vino de Burdeos, la costa Atlántica entre el estuario de Gironda y la costa española y Dordoña-Perigord.
Midi-Pirineos es la más grande de todas las regiones de Francia, que se extiende desde el borde del Macizo Central de los Pirineos. La cocina tradicional es tan variada como la tierra, pero Toulouse, la capital local, se encuentra en una categoría propia cuando se trata de cocina. Toulouse es la cuarta ciudad de Francia y ofrece lugares desde románticos, a las orillas del río, hasta bares frecuentados por estudiantes, con restaurantes para todos los bolsillos. Predomina lo tradicional con pequeñas variantes novedosas de vez en cuando, pero en el suroeste de Francia, la comida gourmet toma valor en el sabor y la abundante comida local, como el Toulouse Saucisse, una salchicha larga redonda que se fríe en la parrilla, sazonado con hierbas locales y ajo. También puede ser braseado en vino tinto para conferirle un sabor especial.
Otras especialidades incluyen:
El garbure, una sopa ilustrada de vegetales, el foie gras servido con trocitos de pan, las trufas o la mermelada de cebolla, platos que constituyen entrantes preferidos por los gourmets locales, y el pato preparado en formas deliciosas, que van desde las conservas hasta los filetes de pato ( confit de canard). El orgullo del lugar es la cassoulet, un guiso perfumado inventado hace mucho tiempo en las inmediaciones de Castelnaudary para alimentar a los hambrientos soldados. Servido en su propio plato, directamente desde el horno, basado en un alubias perfumadas a las finas hierbas en vino suave y salsa de tomate, cubiertas con pato, ganso o de cerdo.
Para degustar algo dulce están los famosos canelés que son unos pequeños bizcochos típicos de la ciudad de Burdeos. Presentan un característico aspecto cilíndrico con bordes estriados lo que les vale su nombre (que viene del idioma gascón canelat, que quiere decir canalón).
Todas estas delicias se degustan con los especiales vinos de la región. El más popular compañero del cassouletes el vino tinto de Cahors, con cuerpo y algo picante, en su mejor momento cuando se deja madurar por unos pocos años. Este también acompaña muy bien las conservas de pato o ganso y el queso azul.
Bergerac produce un vino tinto aromático, con uvas nobles y tradicionales, que va bien con el coq au vin y el queso Rocamadour. El vino blanco es seco ideal para el pescado, y el rosado afrutado y fresco. Gaillac produce vinos blancos, tintos, rosados y espumosos, mientras que los vinos dorados y dulces de Jurançon suelen acompañar el foie gras.
Los vinos de postre son Monbazillac, también sirven como aperitivo o con foie gras, y el Blanquette de Limoux, el precursor de Champagne, de la zona contigua de Languedoc.
Viviana Seyahian