Existe una simbiosis entre la cocina y el género literario, dejando de manifiesto la estrecha relación que hay entre gastronomía y cultura. La preparación de los alimentos, es, junto al arte y la filosofía, una de las cosas que nos diferencian de los animales. Y no es casual que los novelistas sienten a la mesa a los personajes de sus obras a socializar alrededor de la comida.
En casi todas las grandes novelas francesas siempre estuvo presente la comida. Desde Alexandre Dumas hasta Brillat-Savarin, de Proust a Anatole France, escritores y escritoras francesas de los siglos pasados le rindieron homenaje a la gastronomía con palabras aromáticas, asadas a punto, sabrosas, que marcaron la imaginación y el paladar de los hedonistas.
Y el famoso cómic Astérix, que refleja, y es tan querido, la cultura francesa no podía ser la excepción a la regla!
En su 5to tomo, Astérix junto con Obélix, deciden salir de la aldea, (que estaba amurallada por los romanos) y dar una vuelta por toda Galia trayendo de cada región una especialidad con la que harían un gran banquete, al que el archienemigo Prefecto romano estaría invitado.
Su primera parada fue Lutecia (París) donde compraron un jamón entero (jambon de Paris). Continuaron a Camaracum (Cambrai) ciudad en la que compraron una «tontería» (Bêtise de Cambrai). Siguieron a Durocortorum (Reims) donde compraron vino y continuaron su camino sin detenerse.
Luego, visitaron la ciudad de Lugdunum (Lyon), a la cual llegaron en un carro de correo oficial. Allí fueron ayudados por el Jefe Clandestino de la ciudad, Pepix, quien despistó a los romanos que los perseguían, en las intrincadas calles de la villa y le regaló a Astérix salchichas y quenelles para el banquete. Para seguir a todo galope a Nicae (Niza).
En el camino se vieron detenidos por la congestión de la ruta, ya que, estaban en época de vacaciones y todo el mundo iba a la playa a descansar. En Niza compraron la especialidad de la ciudad: un jarrón lleno de ensalada niçoise. Continuaron hacia Massalia (Marsella) donde entraron en la “Taberna del navegante” y fueron atendidos por el propio dueño, «César», que les preparó una bouillabaisse de recuerdo. Para marchar hacia Tolosa (Toulouse) para compraron salchichas y seguir con dirección a Aginum (Agen), posta final en el tour de Gaule, no sin antes, pasar por Burdigala (Burdeos) y comprar vino bordelés blanco y ostras.
La historia termina con Astérix y Obélix volviendo triunfantes a su aldea, donde son recibidos con júbilo por todos sus compatriotas. Demostrando una vez más a los romanos, la fuerza de los galos!
Bon appétit!!! y…. Ils sont fous, ces Romains !!! ( «Están locos estos romanos«)
Carolina Balverdi